viernes, 19 de febrero de 2010

no tiene

y si nadie esta aqui
para brindar con mi copa
eso debe ser bueno
ni los falsos se acercaron
eso debe ser bueno
y si tendre que tragarme
el trago amargo
con este saco
sin esqueleto
y sin respeto por su alma
devorandose en silencio
sus ultimos pedazos de carne
tragando sin ganas
pero sin repulsion
agotado por la razon de la sinrazon
y la verdad de los mentirosos
eso debe ser mejor
lo mejor que me toca
en esta noche mojada
en esta noche quieta
en esta noche sin luna
sin estrellas
y sin compania.

martes, 16 de febrero de 2010

Raúl González Tuñón

El Poeta Murió Al Amanecer

Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas: la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra,
escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.
Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del Café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.
Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro:
tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.